REFLEXIONES LIGERAS (II)


Obsesiones de la ligereza en la sociedad actual

Una vez fui de compras con un ex compañero del Seminario y me sorprendió su forma de comprar cosas innecesarias. Esto es casi pan de cada día en países como Estados Unidos, pero en nuestra ciudad fronteriza tenemos esta influencia: comprar ropa de buena marca, comprar y gastar. En el caso del joven, parecía que lo aligeraba de la tensión y preocupación que vivía por su situación económica, para sentirse de la alta.
La ligereza de la vida cotidiana genera obsesiones terribles, que envuelven a la persona en un frenesí de tendencias que la sociedad va dictando. Cada vez se asimila y exige la volatilidad de las cosas, como lo es la información diaria, las experiencias fugaces, dentro de una hiperaceleración del flujo de contenidos y la vida misma.

Cada día, necesitamos más y más cosas para aligerar nuestra vida, como en internet: más velocidad para navegar, descargar, para ver videos, etc. O para pagar servicios y evitar conflictos en las filas, tensión, estrés; comprar para evitar filas, encuentros, etc. Todo esto cada vez más rápido, como si metiéramos el acelerador a fondo.

Y a la par de esta aceleración necesitamos de lo práctico y lo ligero, tanto material como experiencial. Es el caso de los teléfonos inteligentes que cada vez son más pequeños y con más funciones, de esta manera todo se está transformando en nano para mayor facilidad de transporte: movilidad.

Una de estas obsesiones se traduce en movilidad ligera y en lo práctico.
Tanto es el afán del hombre moderno de paliar su existencia con la ligereza, que busca hacer de esta cualidad ligera una omnipresencia que trastoca todas las dimensiones del ser humano en el contexto actual. Es así como tenemos también una religiosidad a la carta, superficial y efímera; tenemos una ralentización de las experiencias y compromisos (darle tiempo al tiempo, pues al cabo siempre sale), expresarse y crear contenidos nuevos a partir del yo.

Un ejemplo de la obsesión de la ligereza son los youtubers, que por sus contenidos, son ligeros, tanto en su forma de comunicar como en sus formas de pensar.

Incluso, cuando el consumo se vuelve pesado, la obsesión de lo ligero, la necesidad de hacer la vida más fácil, asimilable y leve, se busca otro tipo de consumo, que bien aplica para el caso del aburrimiento (que es tan común en nuestra sociedad). Por ello tantos contenidos para entretener, divertir, que alejan de los problemas y hace que te sumerjas en un mundo donde todo es risa, total, el hombre moderno no gusta sufrir, ni cansarse, por ello es mejor la vida ligera.

Y así podrías seguir dando ejemplo de lo que algunos llaman “vida light”, una vida autorreferencial pero codependiente de la opinión de los demás, asimilando estilos de vida con una marcada ligereza, transportando este concepto a todo y allí radica el problema del que hablaba Lipovestky: La ligereza no es indigna, es humanamente pobre cuando pasa a ser regla de conducta preponderante y omnipresente. Pero no es por sí sola una experiencia trágica, lo trágico no sería la levedad del ser, sino la falta de levedad.



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