UN VIAJE CON CHIHIRO
La primera vez
que me recomendaron esta peli, la verdad no me dio muchas ganas de verla. Pero ahora, con esta situación y contando con algo
de tiempo libre dije: “Vamos a ver qué tal”.
He de admitir que la música y la historia me atraparon. Al terminar la película pensé: tengo que escribir algo sobre los símbolos que encontré en esta cinta de los Estudios Ghibli.
La verdad no soy un "otaku de los que no se bañan"; me gusta la cultura del anime porque creo que tiene un alto grado de identidad, cultura, tradición, valores,
sentimientos y dinamismos que en la evangelización podemos aprovechar.
LA PELÍCULA
Chihiro es una
niña de diez años que viaja en coche con sus padres. Después de atravesar un
túnel, llegan a un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres
humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que
sus padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se siente muy sola y asustada.
Sin embargo, un
joven misterioso sale en su ayuda. La misión de esta pequeña es salvar a sus
padres y salir de ese pueblo ¿podrá sobrevivir a esto?
La música es un
obra maestra de la composición. Cuando uno escucha las piezas musicales de los
Studios Ghibli, no solo es el oído el que disfruta, sino el alma se deleita en
piezas tan icónicas como las que acompañan a cada personaje como a cada escena.
Ahora quisiera compartir algunas luces de nuestra fe que encontré:
EL CAMINO
La película es magistral porque muestra naturalmente a una niña de 10 años. Sus reacciones son normales, su desarrollo es continuo y lógico, por eso su duración es de 2 horas.
El director de la película no le hace la vida fácil a Chihiro, porque para sobrevivir y salvar a sus padres, primero debe trabajar, porque ese pueblo no es un pueblo para los holgazanes, hay que ganarse el pan y el prestigio.
No le es fácil
conseguir el trabajo, pero insiste tanto que comienza a trabajar limpiando
tinas de baño. Su relación con los otros empleados se va desarrollando de
manera natural y poco a poco va tomando confianza en sí misma, se vuelve una
niña valiente y trabajadora. El camino para conseguir su objetivo no es fácil,
pero tampoco es imposible.
En nuestra vida
cristiana, tampoco el mundo es para los holgazanes. Dios nos ha creado con un
propósito, con una vocación, nos llama a la vida para que la trabajemos. Nos
educa, nos acompaña, nos ayuda, pero no nos resuelve la vida.
Dios quiere que
le respondamos libremente, que nos esforcemos también para realizar nuestra
misión en este mundo. Misión que hemos recibido en el bautismo: ser sus hijos,
ser santos.
EL PECADO
Sin embargo, no
todos son buenos en este pueblo. Es notable la presencia del mal en el mundo de
Chihiro. No todos quieren ayudarle. Hay intereses de por medio.
Podemos ver,
por ejemplo a Yubaba como un espíritu avaro e iracundo; a un “sin cara” glotón
y flojo; a los empleados interesados por el oro que les ofrece un cliente y con
tal de conseguirlo, son capaces de hacer lo que sea, aun cuando se los coma. En
esta vida hay que correr riesgos ¿no?
El pecado
inunda ese pueblo. Hay un sistema de esclavitud, pues la jefa de los baños
termales (Yubaba) da trabajo a quienes lo solicitan con tal de que le den su
nombre y con ello su identidad.
En nuestro
mundo no es tan diferente. Vemos el pecado a la vuelta de la esquina, a todas
horas y en todos los lugares. ¿Quién podrá cambiar esto? Para qué, si todo
mundo hace el mal.
Los pecados pueden
nublar nuestra vista y nos arrebatan la esperanza, pues el demonio no quiere
que cumplamos nuestra misión, conoce que somos hijos de Dios y nos ha declarado
la guerra. El pecado nos desfigura, “nos quita la identidad” y arbitrariamente
nos da otra que no corresponde a nuestro ser cristianos.
¿Cómo salir de
esta esclavitud? ¿Qué no Cristo ya nos liberó de la esclavitud del pecado?
EL NOMBRE
Cuando Yubaba
quita el segundo carácter del nombre de Chihiro para darle un nuevo nombre y
hacerla firmar el contrato, el nuevo nombre de Chihiro, Sen, solo significa
"mil". Le arrebatan ese significado: sigue siendo ella misma pero hay
una parte de ella que falta. Los nombres de los otros personajes también tienen
connotaciones literales. Bo significa "niño pequeño" o
"hijo", Kamaji significa "anciano de las calderas", Yubaba
significa "anciana o bruja de los baños termales" y Zeniba significa
"bruja del dinero".
Haru (el joven
misterioso que ayuda a Chihiro), ha olvidado su nombre, pero rescata el de
Chihiro y le dice que lo guarde para que no lo olvide, solo de esa manera puede
ser libre. En este mundo, el nombre real de quienes han sido contratados,
libera de la esclavitud, transforma, y da un nuevo sentido. Así lo podemos ver
con Haru cuando Chihiro le revela su verdadero nombre.
Podemos notar
que ya en las sagradas Escrituras aparece la llamada “teología del nombre”: cuando
Dios elige a una persona, su nombre designa algo de su misión, incluso se puede
cambiar el nombre a fin de dar un sentido más pleno.
Por ello, en el
bautismo se dice nuestro nombre, porque también se imprime una identidad y, en
este caso, por el sacramento, una pertenencia total a Dios.
El nombre también nos designa a los hijos de Dios como cristianos, y esto me hace recordar a santa Perpetua, que murió martirizada por profesar un nombre que le dio sentido a su existencia: «Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre» .Por ello, si nuestro nombre es el de cristianos, nuestra misión es asemejarnos a Cristo que nos engendró para una vida nueva (cf. 1Pe 1, 23; 1Jn 3, 9. 5, 4).
En fin, Chihiro logró
un cambio en su entorno, en la actitud de quienes le rodeaban, incluso una
conversión de corazón. ¿Por qué nosotros no podemos ser agentes de cambio en nuestro
entorno? ¿Nos hemos dejado robar la esperanza de nuestra misión? ¿Nos hemos
asustado y no nos hemos atrevido a buscar caminos de vida? ¿Cuál es mi nombre en esta situación crítica que vivimos?
Después de
esto, ahora entiendo aquella frase que circula en internet: las películas de
Disney llegan al corazón, pero las películas de Estudios Ghibli llegan al alma.
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