En el techo de la Catedral Metropolitana
Por: David Hernandez
Desde
tiempos muy antiguos, las catedrales siempre han sido puntos de referencia para
los centros de las ciudades o para ubicación de los turistas, al menos.
Sin
embargo, cuando uno entra a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México no
puede pasar de largo sin maravillarse de la estructura, los detalles, la
majestuosidad del templo que transporta a más de uno a la época del virreinato
con el sonido solemne del órgano.
No
obstante la majestuosidad se traduce en solemnidad cuando al llegar al altar
principal, te encuentras al Arzobispo Primado de México presidiendo la
eucaristía.
Catedral Metropolitana-Ciudad de México |
Al
parecer llegamos en mal momento para conocer los sitios de la Catedral, porque
por estarse celebrando la misa, se restringe el paso a ciertos lugares, no
obstante, lo mejor fue irnos con la bendición del Cardenal.
Pero,
antes de salir a mi compañero de viaje y hermano seminarista se le ocurrió
aprovechar el tour por el campanario de la Catedral, porque era algo
interesante. En lo personal, me dan un
poco de temor las alturas, así que después de meditarlo un poco, tomé una
decisión sin pena: ¡VAMOS PARA ARRIBA!
Al
subir las escaleras antiguas del campanario uno se traslada a los tiempos del
Imperio Mexicano, de los trabajos forzados de los indígenas al ver las pesadas
campanas de al menos 5 a 7 toneladas.
Una
interesante mística envuelve aquel lugar, en la que los campaneros realizan día
a día su trabajo, entre San José (campana de 5 toneladas), San Juan Diego
(campana de 3 toneladas), Santa María la Mayor (una campana de 7 toneladas) y
Santa María de Guadalupe (11 toneladas), entre otras más.
Andar
por los techos de la catedral fue una experiencia única. Iba caminando tan
contento y feliz en el techo, hasta que comencé a pensar: Estos semicírculos que
sobresalen del techo ¡SON LAS CÚPULAS! Después de haberlas visto por dentro y
la altura que tenían comenzó a darme pavor, no obstante proseguí como si nada
en el trayecto de conocimiento de las dos torres campanarios de la Catedral.
En
ambas torres, hay unas escaleras para subir a las campanas más altas, están
construidas en 8 pilares de madera de
una sola pieza, es decir, eran árboles de más de 10 metros de alto. Dichas escaleras
tiene acceso restringido para preservarlas en un buen estado y solo los
campaneros pueden subir para tocarlas en las solemnidades.
Tantas
historias nos compartió nuestro guía campanero, y cuántas más no guardan
aquellos lugares que si las campanas pudieran hablar resonarían aún más en el
sonido de su repicar.
En
el grupo de tour, iban unos italianos a los que intente hablarles con un muy
mal italiano cuando bajamos y la puerta para salir al atrio aparentemente
estaba cerrada: La porta non e aperta,
le dije al turista y después de que mi hermano seminarista abriera sin
dificultad la puerta, el italiano me vio y se rió levemente, a lo que le dije: ¡Ah,
no! si está abierta, la porta sta aperta,
scuzi.
Por
último, lo importante de esta experiencia de subir el techo de la Catedral, es
darse cuenta que existen historias dolosas y gloriosas vividas desde el trabajo
devoto de los campaneros.
Si
vienes a la Ciudad de México y puedes subir escaleras, no desaproveches esta
experiencia de visitar el techo y los campanarios de la Catedral Metropolitana.
Y
por cierto, si sabes un poco de otro idioma o estas aprendiendo, la mejor
manera de darte cuenta si sabes algo es hablar con los turistas, aunque se rían
de ti porque la puerta que creías cerrada
si estaba abierta.
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