Cinco panes y dos peces para vivir la santidad.
Recuerdo que mi abuela tenía un pequeño libro
azul titulado Cinco panes y dos peces.
Nunca me atreví a pedírselo prestado,
pero pude hacerme de uno cuando entré al Seminario durante la etapa de
discipulado.
Descubrí en ese librito un gran tesoro, una propuesta de vida espiritual. Es un testimonio que ha motivado mi vida vocacional.
Y por ello quiero compartir contigo estos 7
consejos para crecer en tu vida espiritual, además te invito a conocer el
testimonio de Monseñor Van Thuan. De verdad, te hará mucho bien para recobrar
la esperanza.
No te preocupes no hay spoilers del libro.
Pan 1: Vivir el momento presente colmándolo de amor.
Y luego, sucede que dejamos lo que tenemos que
hacer para después ¿te ha pasado? “después
rezo el rosario, al rato voy a confesarme, ahorita rezo mis laudes, otro día
visito a Nuestro Señor, es que ando muy apurado…”, etc.
Pero qué hay del presente, el aquí estoy, el ahora. ¿Por qué esperar a más tarde cuando puedo
orar camino a la escuela, al trabajo, a la parroquia? ¿Por qué esperar a otro
día para hacer el bien cuando tengo la oportunidad de hacerlo ahora con mi jefe,
mi maestro, mi amigo, mi empleado?
El santo crece día a día, en donde está, en el
lugar donde le toca estar. Hace de los actos ordinarios, algo extraordinario.
Pan 2: Discernir
entre Dios y las obras de Dios
Te ha pasado que por querer hacer el bien en tu parroquia o ministerio, terminas lleno de actividades: haciendo rifas, llevando despensa, cantando en el asilo, apoyando a los de
confis, leyendo en misa de 12, repartiendo volantes, vendiendo menudo, tocando
la campana… uff de solo decirlo ya me cansé.
Y sucede que te pones tantas cachuchas que
al rato ya ni sabes si eres adorador de liturgia o catequista del orden de
la legión de María o Cursillista renovado del MFC.
Es bueno querer alabar a Dios mediante las
obras, pero antes de ello hay que preferir a Dios, aceptar su voluntad, en
donde te ha puesto, en donde te quiere para darle la mayor gloria a Él, no a ti ni a tu comunidad.
Recuerda que no por hacer cosas para Dios lo
estás alabando realmente. Revisa tu motivación ¿lo que hago en mi parroquia o
ministerio, de verdad es por Dios o para que me aplaudan o para enaltecer mi
ego? ¿hago la voluntad de Dios o lo que más me agrada?
Pan 3: Un punto firme, la oración
Y es paradójico que el día de hoy, existiendo
tantos métodos para orar, parece que es más difícil dedicar un momento para encontrarse
con Dios.
Sin embargo, el cristiano si no ora se pierde,
enloquece, se deja llevar por la corriente. Pierde la fuerza y el encanto, la
frescura y el sabor, se apaga su luz y se pierde entre las sombras.
La oración es como el oxígeno, es
indispensable. Por ello, Monseñor Van Thuan en su aislamiento luchaba para
orar, aunque algunos podrían decir que tenía mucho tiempo ¿de verdad es fácil
la oración para un obispo aislado y encarcelado? Lee su testimonio y lo
descubrirás.
Por lo demás, al día ¿cuántas veces oras? ¿Cuál
es tu oración preferida? ¿Cuál es tu método favorito?
Pan 4: Mi única fuerza, la Eucaristía
Ahora tocamos otro punto central de la vida
cristiana. Si comemos nos alimentamos y tenemos fuerzas para nuestro día, pero
si nos abstenemos del alimento comenzamos a divagar, nos ponemos irritables y
nos dejamos llevar por nuestro instinto.
De manera semejante, como decía San Agustín,
«al comulgar el Cuerpo y la Sangre del Señor, somos transformados en Él», somos
fortalecidos. En cambio, si dejamos de comulgar, la imagen de Cristo se va opacando
y nos vamos debilitando en la fe.
Monseñor Van Thuan se las ingenió para
celebrar la misa en la cárcel. La pregunta ¿qué excusas pones para no asistir a
Misa? ¿Hace cuánto que no comulgas? ¿Qué te impide hacerlo?
Lucha siempre por encontrarte con Jesús en la
Eucaristía.
Pan 5: Amar hasta hacer la unidad, es el testamento de Jesús
Por medio del amor debemos atraer a todos hacia
Jesús, ir creando redes de trabajo, de construcción de un mundo mejor,
establecer lazos de unión, aunque no seamos de la misma religión.
Como bien decía el Papa Francisco, debemos "tender
puentes" en un mundo proclive a "construir muros”. Dejar fuera de
nosotros el puritanismo que aún se cuela en muchas tendencias católicas, desde
páginas en Facebook, hasta agrupaciones de parroquias que mantienen un
estatismo que no permite amar, que obstaculiza el anhelo de Jesús: Que todos
sean uno para que el mundo crea (Jn 17, 21).
¿Cuáles son los prejuicios que impiden
convivir con los demás? ¿Hago el bien a quien quiero a quien Dios me pide sin
importar estatus social, raza, color, ideología, etc.?
Pez 1: María Inmaculada
Para Monseñor Van Thuan, la Virgen María
siempre estuvo presente en su vida, por ello fue su primer amor. Por supuesto, María es nuestra Madre, nos ama
y nos cuida, nos alienta y nos conduce a Cristo.
Ella nos enseña con su ejemplo, a decir sí al
proyecto de Dios. A no tenerle miedo a la misión que Dios nos da, a entregarnos
por entero, a dejarnos sorprender por su llamada, incluso si no entendemos de
principio y nos sintamos poca cosa.
Recuerda las palabras del Papa Francisco durante la
JMJ 2019 en Panamá: «María la
joven de Nazaret no salía en las “redes sociales” de la época, no era una
influencer, pero sin quererlo ni buscarlo se volvió la mujer que más influenció
en la historia.
María, la influencer de Dios. Con pocas
palabras se animó a decir “sí” y a confiar en el amor y en las promesas de
Dios, única fuerza capaz de hacer nuevas todas las cosas».
Así que María Inmaculada, es el secreto a
voces de los santos para ser fieles a Dios. ¿Quieres ser santo? Es fácil
iniciar, hazte devoto de María.
Pez 2: He
elegido a Jesús
¿Hace falta decirlo? El cristiano, como su
nombre lo dice, no solo profesa su fe en Cristo sino que se va convirtiendo en
imagen de Él. Lo imita en sus sentimientos, actitudes, opta por él, siempre por
él.
Elegir a Jesús supone ser llamado para estar
con él (Mc 3, 13-19), es negarse a sí mismo, tomar la cruz de cada día y
seguirlo (Mt 16, 21-27), recibir el
ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con
persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna (Mc 10, 28-31).
Por ello, elegir a Jesús es comenzar una
aventura, correr hacia su corazón, adentrarse en un mundo nuevo, arrojarse en
sus brazos y confiar en Él en tan distintos escenarios, no tenerle miedo a su
proyecto y dejar atrás al viejo yo.
Y la pregunta es ¿Cuántas veces has optado por
Jesús? ¿Te ha ganado el miedo, el desánimo, la indiferencia?
Al final queda una pregunta más: con estos cinco
panes y dos peces, tú ¿te atreves a ser santo?
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