Resucitar con Cristo en 7 actitudes pascuales


Llegar al Domingo de Pascua o de Resurrección, para algunos es un alivio, porque podrán realizar lo que dejaron de hacer en Cuaresma, parece que ya no hay obligación de ayunar y al fin podremos comernos esa jugosa hamburguesa que tanto nos apetecía durante los 40 eternos días de la Cuaresma. ¿Acaso la pascua se terminó con el domingo de los huevos del conejo?

Para muchos el tiempo pascual es la meta de un camino fatigoso y sencillamente pasa como si nada.

¿Acaso la pascua se terminó con el domingo de los huevos del conejo?

Pero ¿a qué nos invita este tiempo de pascua? ¿Qué actitudes debemos tener?

Tenemos 6 domingos dedicados enteramente a descubrir la relación con Cristo resucitado, y un último en el que celebramos su ascensión al cielo. 

Esta es una nueva aventura que nos hace vislumbrar un nuevo horizonte nunca antes visto; un camino nuevo por el cual podemos encontrar la felicidad eterna.

1.      «Somos testigos de todo lo que sucedió (Hchs 10, 39)»

Cuánto hemos visto en estos días, lo que hemos celebrado nos anima a salir a compartir la alegría que sentimos, fruto de nuestro encuentro con el Señor Resucitado, así como María Magdalena. 

Pero si no sentimos alegría, si nos sabe la pascua igual que siempre, o si andamos buscando los huevos del conejo, difícilmente podremos ser testigos de ese Cristo que siendo Dios y hombre, decidió morir en la cruz, más aún, nos ha inundado de su alegría.
Ser testigo es estar alegre, un don de Dios, que es característico del cristiano, «porque cuando uno anda ungido con óleo de alegría se le nota»[1].

2.      «Paz a vosotros. Dichosos los que crean sin haber visto (Jn 20,19-31)»

Una vez que hemos recibido la alegría de la resurrección, comenzamos a experimentar la paz que brota de ese encuentro, la paz que nos lleva a gozar de la presencia del Resucitado en nuestra vida.

Esta misma paz la experimentamos en el sacramento de la reconciliación, donde el mismo Cristo resucitado derrama su misericordia sobre nosotros y nos invita constantemente a la paz con nuestros hermanos, esa paz que nadie puede quitar porque brota del costado de Cristo en la cruz, sangre y agua que nos purifica en la misericordia de su corazón.

«Es Cristo mismo quien  encarna y personifica la misericordia. El mismo es, en cierto sentido, la misericordia. A quien la ve y la encuentra en él, Dios se hace concretamente « visible » como Padre “rico en misericordia”»[2].

3.      «Guardamos su palabra y en esto conocemos que estamos en él (1Jn 2,1-5)»

Podemos quedarnos en lo hermoso que hemos experimentado al estar a la luz del Resucitado, pero ¿lo hemos escuchado o solo nos hemos quedado con el sentimiento de felicidad? Pueda ser que tal vez no hemos comprendido cuál es la alegría pascual, porque tal vez no ha calado hondo nuestra experiencia de fe con Cristo.

A los mismos discípulos les pasó. Ellos tampoco entendían en un primer momento que sucedía, es el mismo Cristo que se aparece a ellos y «les abre el entendimiento para comprender las escrituras» (Lc 24,35-48).

Una vez que hemos experimentado alegría y paz en nuestro corazón, debemos recordar todo cuánto nos ha dicho, a través de los evangelios y de sus palabras, ya que somos testigos de su Resurrección. Conocer a Jesús comiendo con él, en nuestros hermanos, en las obras de misericordia, en lo cotidiano y sencillo.

4.      «Y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor (Jn 10,11-18)»

La identidad de ser cristianos da miedo. Una cosa es ser fan de Dragon Ball, de los Avengers, de Camila Cabello o Ariana Grande, gritar y vibrar momentáneamente por un artista o franquicia, pero dar tu vida a una persona y dejar que posea todo cuanto eres, es otro nivel.

Jesús, en su revolución, quiere unirnos bajo su misma voz, como un pastor que nos guía, que esta con nosotros, que quiere llevarnos «hacia verdes praderas donde reposar, hacia fuentes tranquilas» (Sal 23). Sin embargo, no nos obliga, nos da la libertad de rechazarlo así como «la piedra angular que desecharon los constructores» (Hchs 4,8-12. Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29).

Sabemos que caminar bajo la bandera del Pastor, en este tiempo, es sinónimo de homofobia, era oscura, retrogradas, pederastia, hipocresía, etc. No obstante, es el testimonio de nuestra fe el que nos hará seguir la voz del Pastor, el estar con él nos dará la valentía y el coraje de salir a un mundo lleno de caos y confusión, en donde podemos colaborar con Cristo para ganar almas, no sin esfuerzo, con la alegría del Evangelio.

5.      «Amemos unos a otros, tal como nos lo mandó» (1Jn 3,18-24)

Qué fácil es amar a quienes nos caen bien. Pero qué difícil es amar a quienes nos caen mal. Cristo nos mandó amar a nuestros enemigos. El buen Pastor nos conduce por sendas tranquilas, pero también nos pide amar para que podamos imprimir en la identidad que adquirimos como cristianos la huella del Resucitado.

Si permanecemos en el amor de Jesús, podemos amar a quienes no podemos amar, ya sea por una ofensa, un maltrato, una diferencia. Si no podemos amar, tendríamos que revisar nuestra relación con Jesús o más profundamente si seguimos a una persona o a una idea. «No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1Jn 3,18).

En las obras concretas y discretas, se percibe el olor del Resucitado, el olor de un encuentro fecundo que trasciende las generaciones, pues Cristo «nos hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor» (Sal 21,26b-27.28.30.31-32).

6.      Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando (Juan 15, 9-17)

Si hemos de estar dispuestos a soportar todo por Jesús, el siguiente paso del discipulado es hacernos sus amigos, pero por el camino que Él nos mandó: el amor.

Puede sonar ya muy cliché o superficial el tema del amor, sin embargo, es la oportunidad perfecta para recobrar su verdadero sentido. El amor, que en nuestro tiempo, es vendido como una idea barata, como un momento fugaz, una fantasía pasajera, es distinto con el Resucitado. En Cristo podemos entendernos en un auténtico lenguaje universal que nos hermana a todos y que nos lleva a un estado más profundo: el amor.

Ser amigo de Jesús resucitado implica tener una relación personal con él, dedicarle tiempo, meditar sus palabras y ponerlas en práctica. Aun cuando no quisiéramos ser sus amigos, Cristo es quien primero nos ha elegido a nosotros y sus brazos están abiertos para recibirnos.

7.      «Se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban (Mc 16,15-20)»

Quien ha recibido una experiencia tan fuerte como la de estar con Jesús, no la puede acallar. Si cuando uno recibe una buena noticia o se entera de un acontecimiento de gran alegría, pronto lo comparte en redes sociales, se lo dice a sus amigos, a su familia, etc.

El predicar el Evangelio a todos puede sonar muy general, pero lo puede uno realizar con el vecino, los amigos, compañeros de trabajo, etc. Sin embargo, en un mundo tan hipersensible y “tolerante”, la Buena Nueva de Cristo es una ofensa para quienes se profesan ateos o de diversa religión.

Jesús nunca especificó de qué manera predicar el Evangelio, pero San Francisco de Asís nos enseña una manera muy concreta de hacerlo «Prediquemos el evangelio en todo momento y, si es necesario, usemos las palabras»[3]

En fin, la alegría pascual debe inundar nuestros corazones durante toda nuestra vida, para que podamos resucitar en Cristo, de aquello que necesitemos resucitar: egoísmo, hipocresía, indiferencia, etc. Es tiempo de salir y anunciar a todos que Cristo está vivo.




[1] Francisco, papa. Homilía de la Misa Crismal 2018 en la Basílica Vaticana. Ciudad del Vaticano, 28 de marzo de 2013. Disponible en la web: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130328_messa-crismale.html
[2] Juan Pablo II, papa. Dives in Misericordia. Roma, Ciudad del Vaticano, 1980. Disponible en la web: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30111980_dives-in-misericordia.html
[3] Molina, Juan.  Predica el Evangelio en todo momento y si es necesario usa las palabras.  En InfoVaticana. Publicado el 30 octubre de 2015. (Consultado el 4 de abril de 2018). Disponible en la web: https://infovaticana.com/blogs/juan-molina/predica-el-evangelio-en-todo-momento-y-si-es-necesario-usa-las-palabras/
Todas las referencias bíblicas fueron tomadas del sitio católico Ciudad Redonda: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas


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